"creer en la utopia es parte de construirla..."

domingo, 23 de enero de 2011

el error perfecto

Era 23 de junio, al fin había llegado el momento, hoy era el día que ansiaba, llevaba años planeándolo, quería que fuera perfecto, había tenido más de mil ideas en su cabeza, mil maneras de conseguirlo, pero ni una había sido lo suficiente perfecta como para ejercerla, el buscaba la verdadera perfección, y hace un mes lo había conseguido, había encontrado el plan perfecto. Perfecto como en una película, en su mente había tramado todos los detalles sería justo como el soñaba, como quería, como lo imaginaba.
La mañana de ese día acudió al trabajo como lo había hecho todos los días, sentía una extraña mezcla de emociones en su pecho, entre miedo y adrenalina, pero tenía que hacerlo, era algo que debía haber hecho el día en que se lo gano, cuando salió del trabajo, espero en una plaza, hasta que oscureciera. El hombre llego a la entrada de su casa, recorrió un sendero de piedras hasta que llego a un pórtico, el cual lo subió mientras buscaba unas llaves en su bolsillo, luego abrió una puerta, entro y dio a entender que ya estaba adentro con un gran portazo.
El tras mucho vigilarlo sabia que nunca ponía llave a su casa y que la puerta sonaba muy despacio si se abría con sigilo, lo había intentado en otras ocasiones, por si
alguno de sus planes lo necesitaba.

Espero…

La luz de la ventana más grande de la casa se encendió, luego se encendieron dos ventanas más, pasó un tiempo y la luz de la ventana más pequeña del segundo piso se encendió, así pasaron unos minutos, hasta que se apago.

El seguía esperando…

Luego se abrió un pequeño balcón ubicado en el centro del segundo piso, el hombre salió y encendió un cigarro, fumo un rato y luego entro.
Estaba sentado en una silla con un cigarro en la mano izquierda y con un bisturí en la mano derecha.
-te he dicho que no se fuma dentro de la casa-
-no te preocupes, solo alcanza para una calada más ¿la quieres?-
-no, no me gusta la última calada-
-a mi tampoco- apago el cigarro
-hoy es el día, ¿estás listo?-
-lo espero desde hace un tiempo-
-¿Por qué?-
-hace bastante rato que nada me da sentido, que nada me da ganas de seguir-
-¿es razón suficiente para morir?-
-no lo sé, pero de cualquier manera ocurrirá ¿no?-
- si, tienes razón-
-¿quieres hacerlo?-
-desde hace un tiempo-
-¿Por qué no lo hiciste cuando lo sentiste?-
-esperaba que fuera perfecto-
-¿lo es?-
-si-
-eso espero, sabes cuánto te odiare si no es así-
-no más de lo que me odias ahora-
-eso es cierto, pero no me queda nada-
-¿estas seguro?-
-no, pero no estoy dispuesto a repetirlo por milésima vez, la única persona a la que ame, la dañe como no he dañado a nadie, me perdono tantas veces, pero finalmente no lo soporto-
-claro que no lo soporto, por eso te odio, el daño era insufrible-
-lo sé, ella era la única que me daba fuerzas y me daba la felicidad y el amor que añoro, pero a veces volvía esa oscuridad que me dominaba y me caía, ella también caía y la dañaba-
-y a pesar de eso mil veces, hizo el esfuerzo para levantarse y levantarte a ti-
-lo sé, ¡lo sé!- golpeo una pared- pero no podía controlarlo y ahora es muy tarde para seguir intentándolo, todavía la amo y el recuerdo de lo bien que me hizo jamás nada podrá olvidarlo, creo que será la fuerza que me acompañara en el infierno-
-espero que sea así… ¿crees que aun te ama?-
-creo que jamás dejara de amarme, cualquier persona en su lugar se hubiera ido mucho antes de lo que ella lo hizo y solo lo hizo porque más la hubiera matado-
-como morirás hoy-
-si, que ocurra luego-
-una pregunta: ¿te arrepientes de algo?-
-si, de muchas cosas, de dañarla, de mi poca capacidad de autocontrol, de haber callado cuando no tendría que haberlo hecho, de haber hablado cuando no debí haberlo hecho, de no haber abrazado y demostrado mi amor a mis seres queridos las suficientes veces, de haberme ahorrado unas palabras por creer que ya sabían cuanto los amaba, de no haber disfrutado con ellos, también me arrepiento de no haber golpeado a unas cuantas personas que se lo merecen y de no haber recibido unos golpes más, me arrepiento de haberme aguantado algunas cosas pensando que se me presentaría de nuevo la oportunidad y también de haber hecho cosas por pensar que la oportunidad nunca más se presentaría, me arrepiento de muchas cosas más, pero creo que no haber demostrado cuanto amo a mis seres queridos es lo que más me daña, la incluyo a ella-
-bueno, esperemos que sirviera de algo decirlas-
-¿no lo vas a hacer? –
-si, si, lo hare ahora-
-pues hazlo luego-
El bisturí se acerco a su cuello
-¿no te arrepentirás?-
-creo que luego de que lo hagas me arrepentiré, ¿pero es perfecto no?-
-si, es perfecto, los vecinos no están y la vida se acabara antes de que llegue cualquier persona, las líneas telefónicas cortadas y todas las luces apagadas-
-entonces hazlo-
-ok-
Temblorosa su mano se inclino y perforo lentamente en su garganta, luego avanzo unos centímetros y lo saco. Al poco tiempo la sangre empezó a brotar, se puso sus manos contra el cuello y empezó a intentar gritar. Pero sus cuerdas vocales también habían sido cortadas, el lo había estudiado muy bien, era perfecto.
Se levanto e intento bajar las escaleras, pero sus piernas temblaron y lo hicieron caer, cayó sobre un mueble que tenía todas las fotos que alguna vez tubo, cuando las miro, en el piso y manchadas de sangre, lagrimas empezaron a salir, estaba arrepentido, entendió que esa muerte no solo lo afectaba a él.

martes, 4 de enero de 2011

Un Café

Desperté antes de lo que debía, abrí los ojos y aun faltaba media hora para que sonara mi reloj, pero sentía algo, no sé, ¿les ha pasado que despiertan y sienten que hoy será un gran día o que algo magnificente ocurrirá?, bueno eso fue lo que sentía, de un salto salí de mi cama y me dirigí al baño, sentía tener una sonrisa de arlequín de lado a lado, a estas fechas suelo ya no dar más, estar demasiado cansado como para tener ganas de sonreír, menos a estas horas, pero esa sensación me llenaba y me daban ganas de acelerar el dia. Me bañe, lave los dientes, me vestí, prepare mi bolso y Salí corriendo, cuando ya estaba demasiado lejos de mi casa, me di cuenta que había olvidado tomar desayuno, camine y camine, hasta llegar a una cafetería, sin embargo algo me dijo que mi camino tenía que seguir, que no era el momento indicado para detenerme, solo siguiendo mis energías llegue a otra cafetería, mi cuerpo vibraba, me decía que a partir de ahora empezaría todo, cambiaria toda mi vida, tuve miedo, dude en entrar, era el momento, el momento tan hablado por la gente, tomar decisiones que definirían toda mi vida, todo lo que pasaría de ahora en adelante, ¿Qué hacer?¿que hacer?, ¿irme y luego vivir con la duda de lo que pudo ocurrir o entrar, aventurarme y quizá luego arrepentirme por siempre?, cualquiera de las dos era poco alentadora, luego de dudarlo un minuto mi vibrante cuerpo me impulso adentro, entre mirando a todos lados como niño asustado, buscando lo que el destino me había reservado, tres grandes vigas cruzaban el cielo del local, haciéndose notar con el contraste blanco de todo el techo, unas doce mesitas con manteles blancos y un florero al centro de cada una con flores de distintos colores se ubicaban en tres líneas y llenaban la verde baldosa del local, tres de las cuatro paredes del local eran ventanales, en la pared sin vidrio había una barra y un hombre que la atendía, vestido muy formal y con un mostacho muy peculiar.
Sin dejar de mirar a todos lados me senté en la barra, el hombre se me acerco y me pregunto que deseaba, en ese momento me logre enterar de que era lo que pasaría hoy, mientras el señor preguntaba, una hermosa mujer entro en el local, tenía el cabello castaño oscuro, caía hasta sus hombros, pero peinadito con un par de pinches muy sencillos, piel blanca como un lucero, tenía una blusa blanca y una chaqueta negra, llevaba una falda negra hasta un poco más arriba de sus rodillas, unos zapatos negros que le quedaban perfectos, sus ojos cafés entonados como con barniz brillaban sin querer mirar para acá, era pequeñita pero tenía un cuerpo envidiable, su postura mostraba lo superior que era, llevaba una cartera grande, la mujer al entrar, no miro nada, solo doblo y se sentó en una mesa en medio del todo, cruzo la pierna y saco un diario de su cartera. Yo la miraba absorto y no deje de mirarla hasta que el hombre de la barra me despertó cuando casi me grita la misma pregunta. Moví la cabeza como si me hubiese dormido y luego me senté apoyándome en la barra.
El hombre trajo una taza blanca y me dijo:
-su nombre es Esther, viene acá todas las mañanas a esta hora, nunca habla con nadie más que su mesera, abre su diario, lo lee, luego hace un puzle, se toma su capuchino come medio pan, paga y se va-

Solo lo mire.

Tenía hasta que pagara para hacer algo, pensé un millón de cosas por hacer, me imagine un millón de cosas, en eso se me fue el tiempo, bueno la mayor parte, cuando levanto su mano para pedir la cuenta, me distraje y bote mi taza de café, la taza exploto en el piso y el café salto para todos lados todo esto justo en el instante en que todos callaban, todos miraron al mismo tiempo, pero la mirada de ella fue la única que me importo, ella miraba despreocupada como a un pobre desgraciado se le había caído el café, miro los trozos de taza fijo hasta que dejaron de moverse, luego subió la vista para ver al culpable de este atroz acto, cuando se dio cuenta de que la estaba mirando, de que todo el tiempo en el que estuvo mirando la taza, yo la miraba con ilusión, me miro fijo, me dijo con los ojos: “no lo intentes” luego corrió la vista, saco su billetera, sin necesidad de que le llegara la cuenta y se fue apresurada, dejando el diario hay. Pedí perdón, me levante y tome el diario, el puzle estaba a medio terminar, lo guarde en mi bolso y salí de la cafetería, mire a los lados para ver si Esther aun estaba por ahí.

No estaba…

Mire la hora y estaba atrasado para llegar al trabajo, corrí hasta llegar, una vez ahí me distraje trabajando para no pensar en ella. Apenas fue la hora de salir, volví a mi casa y me recosté sobre la cama, saque el diario que tuvo entre sus manos y lo revise, leí un par de artículos hasta que llegue al puzle, lo mire un rato, estaba incompleto, cuando empiezo a leer las palabras me di cuenta de que no eran las que correspondían a la pregunta, ella solo había escrito palabras que pensaba: desdehacecuantomemira?, quiensera?, mesiguemirando, quemehable, queseacerque.
Me sentí estúpido por temer hacer algo, por solo quedarme mirándola, alucinando, pensando en mil planes que jamás concretaría, que jamás me atrevería a hacer, me sentí cobarde, pero me prepare, al otro día partiría a la cafetería y le hablaría. Me acosté seguro de aquello.
Al otro día desperté con la sensación opuesta de la que había sentido el despertar anterior, me levante sin energías y partí a la nueva cafetería, me senté y espere, pedí un café, el señor me pidió que no rompiera la taza, para intentar generar conversación, pero yo solo me limite a mover la cabeza, me tome el café y espere, espere, espere, hasta que me di cuenta de que no vendría. Pague, me levante y me fui a mi casa, cuando llegue me acosté y me dormí, dormí días y días, mis energías se habían ido aquella lejana mañana, el mismo día en que la vi, aquel día, cuando me enamore…

Finalmente un día sentí que llovía, sentí que el cielo me decía que tenía que actuar, y sin pensarlo me puse de pie, me duche, me vestí y me puse a correr, cuando llegue hasta la cafetería, logre divisarla en la misma mesa de aquel día, ella esperaba en aquel local, que llegara y que la sacara de la continuidad, de la cotidianidad, de la invencible rutina. Con una piedra destruí el cristal, todo el mundo me miro, yo tenía que actuar. entre por la ventana, le tome la mano, la mire, sus ojos brillaron como una gran llama. Salí del local y corrí, corrí, corrí, hasta no poder más. ella no decía ni una palabra, pero su mano me apretaba el alma. Bajo la lluvia bailamos un vals: un, dos, tres, un, dos, tres. Finalmente la lleve a mi hogar, entre cuatro paredes y un techo se puso a llorar, yo no supe que hacer, la abrace, cuando paro, me levante, fui y serví un café. Cuando llegue ella no estaba, en la puerta me esperaba, se acerco y me beso, me dijo su amor y se largo. La puerta se cerro y un silencio apuñalo mi corazón, me asome por la ventana, la lluvia había cesado, y la luna me dijo que hacer: la tenía que seguir. Apresurado tome un abrigo y me lo puse, y luego tome otro para mi individuo, abrí la puerta y me puse a correr, olvide cerrarla pues yo la quería ver. Corrí y corrí sin saber dónde ir, la busque ¿Dónde podría ser?, me arrepentí de no haberla detenido, cuando mi cuerpo no pudo más, me detuve y me puse a llorar, de pronto supe donde la podía encontrar, corrí hasta el lugar y no me pude equivocar, ella estaba sentada en mi sillón, yo la mire y sonreí, la abrace y le dije mi amor, la bese y no pude parar.
Entre besos y lágrimas, nos enteramos que el amor era esto, todo esto, desde la esperanza hasta el desencuentro. Aquel día nos juramos amor, sin saber muy bien que era, pero supimos que lo sentíamos, el uno por el otro, al otro día partimos sin saber muy bien donde, en busca de la vida que juntos queríamos, que se nos presentaría, que el destino nos la daría, como me la presento a ella.

aviso de lluvias

Cuando desperté, el cielo quería llorar, me levante y abrí las ventanas, me asome y respire profundamente, la pena de las nubes me contagiaba con mucha facilidad, me carcomía la idea de la soledad, me carcomía demasiado, solo me hacía pensar que hubiera sido mejor permanecer solo que haber teñido a mi corazón como cualquier iluso. Las nubes se movían lento y sin energía. Como me hubiera gustado quedarme siempre solo, es mucho más dolorosa la sensación de pérdida que de nunca haberla tenido. Yo no soñaba con el amor, yo no soñaba ni deseaba nada, mi vida era simple y lineal… vacía. Pero el destino no me quiso acompañar, o quizá si lo quiso hacer, me quiso sacar de eso, me quiso llenar un poco, probablemente se le paso la mano, me lleno completo, me lleno hasta más no poder, me alegro, me cambio todo lo que pensé, me hiso nacer de nuevo, mas bien, me hiso nacer. Más la vida es simple: nacer, vivir, morir. Todo lo que ocurra entremedio solo es una escusa que no quita que esas tres cosas sean las que mandan. Por lo que luego de eso solo me quedaba vivir y morir, puedo decir hoy, cuando muero, que viví la mejor vida que se me ocurre que podría existir, todo lo que fuera amor me identificaba, todo lo que fuera felicidad me identificaba, todo sueño era ella, despierto o no.

Luego de un grito del cielo, una luz poderosa, una gota callo en mi cabeza, una gota rodo por mi mejilla, el problema no es la soledad como tal, siempre conocí a soledad y éramos buenos amigos, después de todo era quien estaba en los malos momentos y quien demostraba su presencia en el temor, en la duda, en el silencio y en la oscuridad, todo lo demás eran solo sombras de aquellas personas que prometían compañía, pero que, sus problemas siempre van a ser más importantes que los de otros, aunque yo no creía eso, se me mostro solo. Pero a ella se le ocurrió aparecer, ella quiso correr a soledad e imponerse como tal, yo la deje, la ame y moriré amándola, aun cuando soledad volvió nunca dejare de amarla, porque es ella la que me dio las energías y las ganas de vivir, de ser alguien, ella me enseño y yo soy feliz con solo recordarlo, como añoro su presencia, como añoro un abrazo de ella, como añoro que solo este conmigo, oler su pelo, acariciarla, un beso, mataría por eso. Moriría por eso.

Una gota se transformaron en muchas… cuando uno hace algo, siempre tiene que asumirlo y actuar en relación a eso, yo me enamore, yo ame. Cuando morí, cuando el fin se presento ante mí, llore, y no un poco, llore mucho, me di cuenta que me quedaba sin nada, que todo me dolería, todo huele a ella, todo me recuerda a ella, todo es ella, y sin ella… nada tiene sentido, no sé, a mi me hace sentido, no sé si a ustedes les hará sentido.

Me seque la cara y me volví a dormir.

Nunca más dejo de llover...