"creer en la utopia es parte de construirla..."

martes, 26 de abril de 2011

Una Noche Deslumbrante

Aquella mañana el cielo estaba nublado, el atisbo de lluvias mostraba en el cielo la furiosa expresión de rabia hacia la civilización, deseando caer encima nuestro con todo su poder, aquellas mañanas eran las que me ponían especialmente de buen humor, casi me hacía olvidar mi odio hacia la gente, la ciudad, el trabajo.
Luego de prepararme para ir al trabajo, besé a mi esposa, bajé las escaleras, tome las llaves de mi auto y con mi típica rutina de vida, como todos los días, al entrar en la avenida principal,
Fué construida de cinco pistas para evitar atascos, quede atascado… al ver que esto se venía largo encendí la radio, como todas las mañanas, típicos ociosos sin nada de vida que se dedican a llamar para contar que están camino al trabajo o al colegio y luego piden una canción que con una gran suerte pondrán en la sintonía, no importaba, estaba contento, era viernes, pronto tendría un par de días para descansar y luego caería de nuevo en aquella detestable vida.
Estuve mucho tiempo atrapado en aquel boche, cuando logre salir y entre al trabajo, mi jefe me gruñó porque esta era la tercera vez en la semana que llegaba tarde y que si esto seguía así, me expulsaría del trabajo por vago, no presté atención y caminé a mi oficina, saludé a medio mundo, con una sonrisa no muy habitual en mi, estaba contento, con esa sensación de bienestar, como emoción, cuando uno sabe que algo se viene, pero no entiende qué y eso mantiene la adrenalina constante.
Dediqué todas mis horas de trabajo a pensar en todas las cosas buenas que podrían ocurrir hoy, sin dejar de mirar el cielo, que a cada minuto se volvía más opaco, más gris. Cuando me di cuenta que ya habían pasado las horas de trabajo, tomé mi parca, mi celular y corrí a mi auto, de pronto, en el último pasillo antes de llegar a mi auto, las luces, ya encendidas, maximizaron su luz y luego se apagaron. Me quede mirándolas un poco, luego sonreí porque entendí que Dios me estaba presionando para que volviera a mi casa y durmiera como un koala.
El verdadero problema empezó cuando al subir a mi auto, las llaves no hacían contacto, mi lindo auto no quería prender, no es que se hubiera quedado sin batería, simplemente el motor no intentaba siquiera ronronear cuando movía las llaves. Había sido el primero en llegar a los estacionamientos pero a medida que llegaban otros trabajadores me daba cuenta que sus autos estaban en las mismas condiciones que el mío.
-no importa- pensé, quizá hoy era un buen día para hacer ejercicio. A pie mi casa estaba a una hora de mi trabajo, tomé mi celular para avisarle a mi esposa de lo que pasaba, pero este también estaba sin batería. Me asusté, esto ya no era tan divertido como me había parecido al principio, pero la sensación estaba cada vez más fuerte, deje todas mis pertenencias en el auto, lo cerré y Salí a la calle. El cielo estaba gris, pero un gris muy oscuro, opaco, deprimente, al punto que ya no me parecía un cielo tan lindo. Las calles estaban completamente oscuras, de vez en cuando uno que otro rayo iluminaba un poco el cielo, pero no más que eso.

Me puse a correr en dirección a mi casa, corría con todo lo que mi cuerpo permitía, luego de unos minutos, cuando mi cuerpo rogaba por un descanso, me senté en una plaza a unas diez cuadras de mi trabajo. Sentado y con un gran esfuerzo logre identificar en la oscuridad a dos grupos de personas, ambos gritaban con fuerza, unos contaban que esto era el fin del mundo, mientras los otros estaban intentando dar una solución al problema. En esos momentos pasó algo sorprendente, uno de ellos, prendió un encendedor, del cual una pequeña llama logro iluminar casi toda la plaza, todos al ver la luz se sintieron llamados y voltearon a ver, pero unos instantes después la llama se volvió gigantesca, como si todo el gas del encendedor hubiera salido al mismo tiempo, y se convirtió en un rayo azul y subió al cielo perdiéndose en el opaco cielo.
El pánico invadió a la gente, que se descontrolo y se volvieron muy violentos, mi cuerpo tiritaba, no sabía muy bien si de pánico o de emoción, pero tiritaba, tome un bocado de aire y me puse a correr de nuevo, no pare hasta llegar a mi casa.
Mi esposa estaba ahí, al verme me abrazo y se puso a llorar, me contaba que tenía miedo, yo la tranquilicé y le dije que saliéramos, nos pusimos a mirar el cielo, estábamos asustados –aunque yo estaba más emocionado que asustado-
Se escuchaban fuertes gritos por toda la ciudad, al no haber nada más que la voz humana y unos cuantos instrumentos, se escuchaba muy bien todo lo que podía estar pasando, de pronto, en un instante el cielo se iluminó, toda la ciudad silencio. Los cuellos inclinados hacia aquella poderosa luz, nos tenían cautivos, logre ver que la luz era algo como una esfera, gigantesca, dominaba todo el cielo de la ciudad, de pronto, de entre la luz se empezaron a abrir unas compuertas, cientos de cuadrados negros aparecieron por toda la superficie de la luz, de la esfera.
Tras un aterrador silencio, un grito rompió con la tranquilidad y luego una explosión de gritos volvió locas a las masas, mientras la gente gritaba unos extraños aparatos, de forma pentagonal salieron de los orificios y tras una potente ráfaga de viento y una posterior devolución de ese viento, el silencio volvió a dominar las calles, pero no porque quisiéramos, sino porque simplemente no se podía, intentar pronunciar palabras era inútil, porque el sonido desaparecía enseguida.
La luz que dominaba los cielos se apago y enseguida empezó a llover, pero no era una lluvia común, era tibia, luego de unos cinco minutos de lluvia, todas nuestras telas, algunas plantas, algunas maderas, algunos tejados y otros, se empezaron a desintegrar y a flotar en dirección de la gran esfera.
Poco después dejó de llover, la esfera tintineó con su luz una vez y luego desapareció, permitiendo ver un estrellado cielo, con una hermosa luna amarilla al medio. Seguía abrazado a mi esposa, el silencio era real, podíamos hablar, pero estar callados era lo mejor, la besé y agradecí que nada grave le pasara.
Estábamos juntos, desnudos, frente a un universo infinitamente superior a nosotros…