"creer en la utopia es parte de construirla..."

viernes, 14 de mayo de 2010

Inteligentes, vivos y estupidos


Frente a un problema concreto, la reacción mental del hombre inteligente es dinámica: buscara el camino de la solución, a menudo a través de exploraciones, de asedios desde distintos flancos, de razonamientos abandonados en un pinto y recomenzados en otro, hasta encontrar una salida.
En el latín, salida se dice “exitus” que los ingleses tradujeron por “exit”. Por ende podemos decir… la inteligencia conduce al éxito. Aquel mismo idioma… madre del nuestro, cuyo estudio hoy les parece superfluo a algunas autoridades universitarias, tiene un verbo que dice “estupere”, que significa quedarse quieto, inmóvil, paralizado, sin hacer nada y en sentido traslaticio, mentalmente detenido como delante de un cartel que dijera “stop”.
De aquí deriva la palabra que imagino ya abran deducido… “estúpido”: hombre que permanece entrampado por un problema sin atinar con la salida, aunque a veces adopte la agitación convulsa de una mariposa encandilada por una luz muy fuerte o los movimientos desesperados de un animal dentro de una jaula.
Hablo siempre de lo que ocurre en la mente. Las dos únicas reacciones del estúpido serán resignación o la violencia: dos falsas salidas (obviamente), dos fracasos por ende.
Salvo casos patológicos, todos somos inteligentes frente a un tipo de problemas y estúpidos frente a otros tipos de problemas… sino seriamos Dios.
Pero nuestra inteligencia y nuestra estupidez no dependen de nuestra moral. Hay inteligentes moralmente canallas, y hay estúpidos moralmente notables… Cuanto deben la inteligencia o la estupidez a los genes y cuanto a la educación, es algo que no hablare hoy por que no tengo tanto tiempo…
Pero no querría pasar por alto un dato: sin el auxilio del intelecto (sea la capacidad de análisis critico del problema) y sin la posesión de conocimientos relacionados con ese problema y adquiridos por experiencia propia, o por revelación ajena, la pura inteligencia que acumule conocimientos no sabrá que hacer con ellos. Y no es raro que un intelectual maestro en el análisis crítico, sea incapaz de encontrar soluciones…
El desarrollo en un mismo individuo de la inteligencia, del intelecto y de los conocimientos bien puede llamarse sabiduría, si no en la aceptación general que le dan las escrituras, por lo menos como tributo humano susceptible de adquisición o perdida.
Inteligencia… un objeto (?)
Con alguna frecuencia, la realidad nos pone, de momento, mentalmente paralíticos. Es cuando decimos que estamos estupefactos, lo cual significa “estar convertido en un estúpido”. La inteligencia, si la tenemos, vendrá a rescatarnos de esa pasajera estupidez , que por no ser insalvable o permanente, es estupefacción.
Situada a mitad de camino entre la inteligencia y la estupidez , esta la muy llamada “viveza”, esta es capaz de producir acciones en cualquier dirección, excepto hacia la salida del problema. Este es su secreto: la formula intrascendente que le permite ponerse a salvo y resguardado de la humillación y desprestigio que sufren (digamos, no creo que sean lo suficientemente capaces para percatarse de que se burlan de ellos) los estúpidos.
La viveza… creo yo… es la habilidad mental para manejar los efectos del problema sin resolverlo. La persona dotada de viveza no ejercita la inteligencia, sino un sucedáneo apto para entenderse con las consecuencias prácticas del problema, pero no con la sustancia del problema. La viveza, entonces, se conecta imprescindiblemente e irrenunciablemente con la moral.
Sin el concurso del egoísmo no resulta posible ser vivo, y para echarle el fardo al prójimo sin que este se resista, es manejar cierto grado de inescrupulosidad, y hace falta practicar algún género de fraude, siquiera… verbal.
Observado durante un corto plazo, el vivo da la impresión de haber obtenido éxito, de ser inteligente… se desplaza entre los problemas sin padecer las consecuencias, o mejor aun, sacándoles provecho. Pero el flujo de los efectos del problema es ininterrumpido, por lo que el vivo no puede entregarse a los ocios y recesos de la inteligencia. De ahí que se los puede calificar de “despiertos”. Aparentan una brillantez mental que engaña a las miradas superficiales.
El inteligente, como está armando sus estrategias para resolver el problema, parece complicado, en problemas y en comparación con el vivo, un tanto estúpido. Cuanto mas complejo sea el problema, mas exigirá al inteligente paciencia y esfuerzo, más lo someterá al silencioso y tedioso… análisis critico, y al repaso constante de sus conocimientos.
La viveza no puede permitirse estas demoras, los efectos prácticos de un problema no esperan mucho tiempo para hacerse sentir, de modo que el vivo está obligado a la rapidez, y consecuentemente a la improvisación de sus métodos, generalmente empíricos. Otra vez el inteligente en comparación con el vivo, parecerá lento y hasta torpe. Si los efectos del problema por magnitud o complejidad sobrepasan las posibilidades de ser eludidos por la viveza, el vivo resulta acorralado como un estúpido, y no sucumbiendo a la resignación o la violencia, no confesara jamás sus fracasos, buscando algún chavo emisario a quien culpar.
En todas las sociedades estos tres tipos de personas convivirán en proporciones distintas…
Ahora… imaginemos un país imaginario donde, por razones genéticas o históricas, los vivos sean la mayoría. Esbozare la novela de lo que en un país imaginario podría ocurrir. Puesto que son mayoría, unos vivos ocuparían el gobierno ya que otros vivos los eligen, estos vivos son incapaces de solucionar los problemas del país, estos como vivos que son se dedicaran obviamente a lo suyo. Ósea ponerse a salvo de los efectos del problema, sacarles provecho o desviarlos a terceros (sea quien sea, vivo, estúpido o inteligente). Durante un tiempo, los estúpidos no harán nada (para variar un poco), los inteligentes se sentirán más marginados y los vivos intentaran imitar a los vivos del gobierno.
Mientras tanto los problemas sin resolver se van acumulando, se multiplican, se potencian y se superponen. Hasta que un día todos los problemas crean un muro que dice:
“¡stop, esto no puede más!”
Es aquí donde la sociedad se detiene y se paraliza y los estúpidos, si no se resignan, se vuelven violentos. Los inteligentes… no lo piensan dos veces… toman sus maletas, su auto y huyen. Mientras los vivos corren de efecto en efecto, vendando aquí, arreglando allá, dejan un verdadero caos. Porque salen del barro para caer en la mierda… y para disimular su impotencia recurren a los fantasmas de los chivos expiatorios internos y externos (jajaja), empieza un lenguaje esquizofrénico que, disociado con la realidad circundante, seguirá pronunciando aquellos discursos con los que alguna vez timaron a la estupidez.
Claro… estúpidos de brazos cruzados o brazos armados, ni pensemos en los vivos. Inteligentes en ese país ficticio caído al pie del poderoso “STOP”: no abra para este país otra salvación posible que no sea “¡la inteligencia al podeeer!”, salvo… que todos los inteligentes hayan huido, algo que es altamente improbable… la novela… podría tener un final feliz…

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